jueves, 4 de abril de 2013

Música para encontrar un tesoro egipcio

A veces, en las entrevistas, me preguntan cómo hago para enfrentarme a las difíciles situaciones en las que suelo verme metido. Cómo hago para templar los nervios ante el peligro o para concentrarme ante un enigma. La respuesta suele sorprender y generar hasta risas. Pero es la verdad, así que insistiré en ello.

Mi secreto es el EMA. O sea, el Entrenamiento Musical Autógeno.

Ya sé que tiene nombre de droga, y en cierto modo lo es, aunque no deja secuelas en el organismo y se puede cultivar con fines recreativos sin peligro. ¿No habéis oído nunca eso de que "la música amansa a las fieras"? Pues el EMA es la aplicación práctica de ese principio, aunque puede generar también el efecto contrario: engorilar a los pusilánimes.

Un ejemplo. Año 1999. Granada. Andaba metido en uno de mis líos, espiando las actividades de una banda que traficaba con material arqueológico robado. Me descubrieron y dos de ellos me persiguieron en moto y me arrinconaron en un callejón. En condiciones normales habría sido hombre muerto. Pero entonces mi mente seleccionó un tema heroico de John Williams (ahora no recuerdo cuál) que me dio el valor suficiente para llegar hasta un contenedor de escombros, caerme dentro, clavarme un hierro oxidado, salir con un arma contundente (creo que era un trozo de pared) y descalabrar con ella a uno de los motoristas, que en su caída lanzó al suelo al otro, dándome a mí la oportunidad de tomar las de Villadiego y buscar una clínica donde me pusieran la antitetánica.

Ojo, es una práctica difícil que no está al alcance de cualquiera. Requiere entrenamiento, concentración y, sobre todo, estar como una regadera. Así que procurad no hacerlo en casa.

En el caso de La Isis Dorada, la música de cine también estuvo presente en algunas de mis hazañas. No voy a ser demasiado explícito por no "espoilearos", pero durante aquella aventura recurrí en ocasiones a   partituras tan apropiadas como las que se citan a continuación.

Sinuhé el Egipcio. Un clásico en el sentido más amplio del término. Basado en la imprescindible novela de Mika Waltari y con música de dos pesos pesados: Alfred Newman y Bernard Herrmann.



La momia. Una de las últimas partituras del maestro Jerry Goldsmith, que retomaba su estilo arábigo-oriental demostrado décadas antes en trabajos como "El viento y el león. Un tour de force épico, misterioso y aventurero de los que ya no se escuchan.



El regreso de la momia. Para la secuela de estas aventuras, Alan Silvestri tomó el relevo de Goldsmith en una partitura aún más espectacular, grandilocuente y apabullante que su predecesora. Tal vez demasiado grandilocuente y apabullante.



Stargate. David Arnold subió a los altares con esta magnífica composición sinfónica que venía a llenar un hueco en el género de la ciencia ficción. Poderoso tema central, mezcla de ambientes cósmicos y étnicos y espectaculares pasajes de acción redondean una obra imprescindible.


@JaimeAzcárate

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